martes, 13 de diciembre de 2011

We might as well be strangers.

Y aquí estamos el uno frente al otro, separados por la oscuridad del silencio y el eco de sus carcajadas empapando la habitación. Por una noche me gustaría echarlos, espantar tus fantasmas y no ver nada más que la luz de las velas reflejada en el techo, dibujando sombras.

Por una noche inventaría emociones que pudieran ser descritas para hablarte.  Querría ser capaz de crear palabras que transmitieran imágenes a tu retina y las grabara a fuego para que no olvides lo que digo. ¿Sería posible poner la música tan alta que ahogara nuestros gritos mudos? Levantar las manos, rozarte, notar tu contacto y saber que existes.
Sólo esta noche te pediría que te quedases. Podrías cobijarte junto a mi almohada y desmontar mis argumentos a cada minuto, deshaciendo mis teorías, impidiendo que tropezase en el siguiente paso con tu capacidad de ver más allá de estas cuatro paredes. Podríamos dejar de ser dos extraños en un mismo punto de no retorno, fundirnos en uno para que todo fuera mucho más sencillo, echando a perder los años que tardamos en buscarnos. El tiempo que gastamos en encontrarnos.
Y todo ello, tan sólo por unas horas. ¿Sería posible?

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