Dejadme morir, porque todo lo he visto.
Dejadme volver al polvo, a la tierra, a la arena que cubre las playas y alimenta los frondosos bosques del Norte. Dejadme ser partícula que vuele en el viento, ceniza de papel quemado que sopla sobre las montañas y atraviesa las nubes. Dejadme ser agua que fluya en los ríos y ría en la lluvia.
Dejadme, que quiero atravesar el viento en mi caída y pertenecer al universo entero siendo brisa de tormenta.
Matadme. Que mi cuerpo resbale entre los charcos o caiga por un acantilado, pero no me dejéis aquí atrapada. Quiero ser suave voz que adormezca a los insomnes y llama de vela que dance en la oscuridad de las noches. Quiero pertenecer al Todo que reina en este universo ya fragmentado. Quiero ser grito que se eleve sobre ruido y silencio que inunde habitaciones enteras. Permitidme vivir en los tornados y huracanes para sentir la furia que los impulsa.
Acabad conmigo, pero que mi último recuerdo sea vuestro rostro. Yo prometo no abandonaros en la Nada que todo reina.
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