Todo acaba, hasta la peor de las historias tiene un final. Viene el descanso merecido, el suspiro que te hace respirar de nuevo, el soplo de aire fresco con olor a libertad. Cada ciclo tiene su fin, nada es infinito por más que se empeñen en demostrarnos lo contrario.
Esto es lo que aprendí ayer: el fin llega cuando se solapa con el principio. Llamadlo ángel de la guarda, karma, destino, final de etapa, comienzo de otra. Suerte (que no justicia, ya que nunca llegó a existir algo así), casualidad o, sencillamente, vida. Llamadlo como queráis, pero yo definiré la calma que sigue a la tempestad como unos ojos azules.
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