jueves, 19 de enero de 2012

People always leave.


Un paso tras otro, hasta que tropiezas, y todo brota. Estallan los pensamientos y los fantasmas que dominan tus sueños, y salen a flote las palabras que murieron antes de llegar a tus labios.

Sabes que es el principio del final cuando lo dices en voz alta porque se hace completamente real, pero ya no puedes más, y tu instinto de supervivencia te dice que hables o morirás. Quieres que te expliquen lo que falta, lo que sobra y lo que nunca existió. Necesitas escuchar que hay una razón para que la gente se marche, una convincente que te haga respirar de nuevo. Exiges. Suplicas.

Un grito mudo en la oscuridad que danza con la nostalgia.

Pero nadie podrá hacerlo nunca. Te levantas y sigues adelante, preguntándote qué es lo que quieren que digas al respecto cuando todo ha acabado. No lo sabes, no lo saben. Y tú, toda tú, vas deshaciéndote en el horizonte con la bruma de la distancia, esperando que aquellos que una vez marcharon vuelvan a por lo que olvidaron atrás.

Y lo único que te hace continuar es saber que, a veces, vuelven.

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